martes, 30 de septiembre de 2025

Leoncio Pancorbo, de José M.ª Alfaro


 José M.ª Alfaro Polanco

Algunos títulos novelísticos, por su reiterada aparición en los manuales de historia literaria, cobran un relieve que no siempre resulta acorde con el valor literario de los textos. Un posible ejemplo es Leoncio Pancorbo (1942), de José M.ª Alfaro Polanco, la única novela publicada de un autor de escasa obra, pero omnipresente en los trabajos académicos que se ocupan de las letras de la posguerra.

La razón de esa presencia es más ideológica que literaria. José M.ª Alfaro Polanco forma parte del grupo de literatos falangistas o «la corte literaria de José Antonio». A partir del 1 de abril de 1939, su trayectoria biográfica está jalonada por numerosos cargos periodísticos, políticos y diplomáticos al servicio del régimen del general Franco. El autor es un representante del poder en un marco dictatorial y, como tal, su citada novela fue publicada por la Editora Nacional sin que, hasta el presente, me consten nuevas ediciones.

El dato de la escasa fortuna editorial es significativo. Frente a las recientes reediciones de otros autores situados en la misma órbita ideológica, con los consiguientes intentos de rescate, la novela de José M.ª Alfaro Polanco ha permanecido olvidada por los lectores. De hecho, el título siempre se cita, pero los escasos comentarios críticos que ha merecido muestran un escaso entusiasmo y hasta un distanciamiento para evitar la descalificación.

La necesidad de conocer mejor la trayectoria de José M.ª Alfaro Polanco me ha llevado a una lectura decepcionante. Lejos del interés literario de un Agustín de Foxá -por citar un autor cercano ideológicamente y colaborador suyo en la letra de un himno dedicado a la División Azul-, la «marmórea» prosa de su novela evidencia la presencia de un autor culto, pero provoca un sopor solo aliviado por la involuntaria hilaridad de algún pasaje de forzada inserción.




José M.ª Alfaro Polanco sintió durante la reclusión en la embajada chilena «la necesidad moral» (p. 10) de concebir la modélica trayectoria de Leoncio Pancorbo. El protagonista es un joven de los años anteriores a la Guerra Civil del que ignoramos datos fundamentales. Ni siquiera conocemos su ámbito familiar, pero deambula entre dudas porque en su interior se instalan Kempis y Niestzche (p. 48) hasta que muere heroicamente a raíz del «clarinazo de luz que incendió España» el 18 de julio de 1936 (p. 172).

El problema no es la orientación ideológica de la novela de quien convierte una guerra civil en un «clarinazo de luz», sino su radical frialdad derivada de una artificiosidad en la construcción del personaje. Leoncio Pancorbo carece de vida más allá de ser un pretendido epítome de los jóvenes de clase alta, o sin problemas materiales, alistados en el falangismo a la búsqueda de un ideal tan difuso como el pensamiento de José Antonio Primo de Rivera.

El protagonista supera su abulia, un tanto impostada, gracias al «clarinazo» equiparado a la luz cegadora capaz de provocar la caída de San Pablo. Convertido de repente en animoso héroe sin mediar un razonamiento verosímil, Leoncio muere en combate a principios de 1937, cuando ya había cumplido los treinta años sin haber encontrado trabajo o manifestar preocupación por las cuestiones prácticas. Entonces, «con el sueño de una eterna primavera española clavado en su pecho y batiéndole sus ideas», cumple el ritual mortuorio de tantos héroes de la ficción falangista. El mártir se suma a una larga lista que le relega como protomártir, pero antes el joven no ha vivido, al menos en términos novelísticos.

Leoncio Pancorbo solo es una referencia cuya modélica irrealidad, en cierto modo, forma parte de una voluntad propagandística que se adelanta al resabiado y «repelente niño Vicente», cuyas perfecciones en materia de urbanidad durante «las visitas» triunfaron en las páginas de La Codorniz gracias a la irónica pluma de Rafael Azcona. La diferencia entre ambos estriba en la carencia del sentido del humor, que José M.ª Alfaro Polanco reemplaza con una impostada trascendencia propia de quien escribe sonetos dedicados al Ausente.

Leoncio nunca es. El autor traza lo que debiera ser un joven de la época para dar ejemplo, pero en unos términos que rozan lo absurdo porque el componente ideológico o propagandístico se impone al vital. Así, un adolescente ante las vistas desde el Palacio Real, deja una reflexión lapidaria en búsqueda de la posterioridad: «Con este mismo paisaje metido hasta los tuétanos ha ido una generación tras otra viendo desde esas ventanas como se deshacía un Imperio» (p. 20). El protagonista aparece tan natural y espontáneo como en otros pasajes de la novela.

Un adolescente caracterizado por estas «marmóreas» reflexiones está abocado al retrato carente de vitalidad o de un mínimo de credibilidad. Las consecuencias de ambas carencias aumentan por la falta de sensibilidad del autor ante la realidad social y hasta política de su momento. Refugiado en la Embajada de Chile durante la Guerra Civil, parece como si José M.ª Alfaro se hubiera olvidado de su dramático entorno para concebir un referente tan ideal como desprovisto de un mínimo de carnalidad. Leoncio es etéreo y un tanto volátil.

Mis lecturas de la literatura falangista no me permiten escribir como especialista en el tema. Otros compañeros encabezados por José-Carlos Mainer lo han hecho con más fundamento. No obstante, en las realizadas hasta el presente observo una notable insensibilidad hacia el entorno inmediato, siempre sustituido por referentes imaginados que solo son fruto de una ideología demasiado proclive al vacío conceptual disimulado a base de retórica.

Eso sí, una retórica plúmbea en nombre de una elitista elegancia, salvo en el caso de Rafael García Serrano, porque los literatos falangistas piensan que la Historia la «hacen las aristocracias de todas clases», mientras que a las multitudes les corresponde componer «el cuadro folklórico» (p. 92). El componente clasista de esta literatura es tan obvio que apenas merece una reflexión abocada a lo reiterativo.

Esa retórica de consignas ininteligibles en su aplicación práctica puede cautivar al lector, siempre que el mismo no pretenda indagar sobre el significado concreto de lo dicho por quienes confiaban, tal vez demasiado, en «los poetas». El problema de esa desmedida confianza es la ocultación de la propia experiencia y el consiguiente silencio, del que José M.ª Alfaro Polanco supo ser un discípulo destacado a lo largo de la Victoria. El éxito en ese desempeño le acompañó hasta sus últimos días, aunque la afirmación deba ser contrastada con el análisis de otros textos y documentos en un trabajo actualmente en sus inicios.


domingo, 28 de septiembre de 2025

Una web dedicada a los periodistas y escritores represaliados


 

La pasada primavera recibí la invitación para participar en un acto de homenaje a Miguel Hernández que se iba a celebrar en la sede del Parlamento Europeo en Bruselas (véase la entrada del 24-IX-2025). Al margen de que procuro responder positivamente a todas las oportunidades brindadas para difundir mis trabajos de investigación, la propuesta merecía la pena especialmente porque pocas veces tenemos la ocasión de conocer por dentro una institución tan respetada por los demócratas europeos.

Acepté encantado y, voluntariamente, asumí el compromiso de aportar alguna novedad para corresponder a los organizadores. El resultado ha sido una web elaborada durante el verano con mis compañeros del VIGROB 121 de la Universidad de Alicante, Memória, Identitat i Ficcions (MIF).

El objetivo de la web https://consejosdeguerra.es/ es ordenar la información relacionada con mis trabajos de investigación sobre los consejos de guerra de periodistas y escritores durante el período 1939-1945 y facilitar su consulta. Los primeros culminarán con el tercer volumen de la trilogía, La colmena, cuya publicación está prevista para 2026. A partir de entonces, cualquier novedad bibliográfica aparecerá en el blog cuando no requiera un texto extenso y, en caso contrario, utilizaré el Repositorio de la Universidad de Alicante enlazando el archivo desde la citada web.

Al mismo tiempo, el directorio de sumarios de la web permite acceder directamente a los datos relacionados con cada caso y localizar las referencias bibliográficas correspondientes para facilitar su consulta.

El objetivo, por lo tanto, es recopilar lo investigado hasta el presente, seguir incorporando las referencias de lo que vaya apareciendo en el futuro y, especialmente, facilitar las consultas de los interesados.

Por otra parte, y de acuerdo con la normativa a la que está sujeto el profesorado de la Universidad de Alicante, las publicaciones que realizamos con fondos públicos, la práctica totalidad, deben acabar contando con una copia de acceso libre en el Repositorio de la Universidad de Alicante. Este requisito se suele cumplir pasado un año desde la publicación en papel para preservar los derechos de las editoriales y previa conformidad de las mismas.

Gracias a Renacimiento y el Servicio de Publicaciones de la UA, ya disponemos de una copia de acceso libre para Las armas contra las letras, en abril de 2026 se sumará la de Perder la guerra y la historia y a finales de 2027 haremos lo mismo con La colmena. La trilogía se sumará así a la edición de Los consejos de guerra de Miguel Hernández, que es de acceso libre desde el primer momento gracias al Ministerio de Defensa y la Universidad de Alicante.

El objetivo final es culminar el trabajo en junio de 2028 con todos los materiales bibliográficos publicados y de acceso libre para cualquier investigador. Lo fundamental ya está terminado, pero ahora queda aportar a la web https://consejosdeguerra.es/ lo pendiente de publicar y completarlo con el análisis de nuevos sumarios instruidos contra periodistas, escritores, caricaturistas y fotoperiodistas.

La web se actualizará al final de cada mes. Gracias a la ayuda de quienes siguen este blog, entre todos iremos corrigiendo los posibles errores, completando la información -nos queda pendiente la localización de varias fotografías de los procesados- y buscando nuevas referencias hasta tener un retrato completo, caso por caso, de lo sucedido con estos colectivos durante un período marcado por la represión de los derechos fundamentales. Cuento, por lo tanto, con vuestra ayuda para llegar a esta meta en junio de 2028,

Para cualquier duda, observación crítica o error detectado, mi email de contacto es ja.rios@ua.es. Os agradezco de antemano vuestra ayuda, así como la prestada por los compañeros del VIGROB 121 que han hecho realidad esta web.

miércoles, 24 de septiembre de 2025

Miguel Hernández en el Parlamento Europeo


El pasado 23 de septiembre tuve el honor de participar en el acto «Miguel Hernández. Memoria, dignidad y libertad», que tuvo lugar en la sede del Parlamento Europeo en Bruselas. El programa del mismo fue el siguiente:


Aparte de tener la oportunidad de conocer un parlamento cuyas instalaciones son impresionantes, la ocasión me permitió un reencuentro con Lucía Izquierdo, nuera del poeta, y numerosas personas interesadas en mantener viva la memoria de Miguel Hernández.


Agradezco a los organizadores y el equipo técnico la oportunidad de sintetizar mis trabajos sobre los procesos de Miguel Hernández ante los asistentes y presentar una nueva web dedicada a los consejos de guerra de periodistas y escritores durante el período 1939-1945. Esta última será objeto de una próxima entrada.
La noticia del evento ha sido recogida por el boletín informativo de la UA y la prensa:



 informacion.es/politica/2025/09/22/homenaje-miguel-hernandez-parlamento-europeo-121849497.html

https://eldiariocantabria.publico.es/articulo/memoria/memoria-laredo-heroes-republica-participan-homenaje-miguel-hernandez-parlamento-europeo/20250923203531182230.html

https://www.diariosigloxxi.com/texto-ep/mostrar/20250924114825/acto-organizado-leire-pajin-recuerda-poeta-miguel-hernandez-parlamento-europeo

https://www.diariocordoba.com/cultura/2025/09/16/lourdes-pastor-llevara-voz-miguel-121619257.html

En aras de que todos los asistentes pudieran intervenir en el acto, sinteticé al máximo mi intervención, pero quienes estén interesados en conocerla en el formato inicialmente previsto pueden consultar la siguiente grabación:



Los últimos cinco días han sido muy intensos en relación con Miguel Hernández, pues también participé en un acto celebrado en una localidad alicantina para recordar lo sucedido durante sus consejos de guerra y grabé mi intervención en una producción teatral de carácter multimedia dirigida por Pep Tosar, que se estrenará en fechas próximas y tendrá al poeta oriolano como protagonista:



Imagen de la entrevista grabada para la producción Vientos del pueblo

Cansado por tanto viaje, vuelvo a casa con la ilusión de que el trabajo del investigador, a veces, interesa a memorialistas, creadores y políticos que nos ayudan a mantener viva la memoria democrática.

jueves, 18 de septiembre de 2025

Los silencios de José M.ª Alfaro


 José M.ª Alfaro. Fuente: Wikipedia

El comandante Pablo Alfaro Alfaro (1880-1966) presidió el tribunal que condenó a muerte a Miguel Hernández (AGHD, 21001). Con el objeto de redactar una nota biográfica suya para la edición de los sumarios del poeta (Madrid, Ministerio de Defensa-UA, 2022, p. 246), consulté su esquela, publicada el 27 de marzo de 1966 en ABC (p. 138). De los datos incluidos en la misma deduje que el oficial era el padre del poeta falangista José M.ª de Alfaro Polanco (1905-1994), que en numerosos trabajos académicos figura como uno de quienes pretendieron salvar a Miguel Hernández. Incluso así consta en su entrada de Wikipedia.



Detalle de la esquela del comandante, donde se indica que su esposa se llamaba Amalia Polanco y su hijo mayor José María. No incluyo el resto de la esquela porque incluye nombres ajenos a la presencia del comandante en los consejos de guerra.

La deducción ahora parece confirmada a raíz de la consulta del sumario que el 11 de febrero de 1937 le instruyeron las autoridades republicanas por desafecto al régimen (AHN, FC, Causa General, 89, exp. 11). En la documentación procesal figura una declaración de José M.ª Alfaro fechada el 13 de enero de 1937, donde consta como un abogado soltero de treinta años. También como «hijo de Pablo», del que no aparece su condición de militar en la reserva desde los tiempos de las reformas impulsadas por Manuel Azaña, y «de Amalia».

Gracias a ambos datos, es plausible afirmar que quien intervino en la redacción de la letra del himno falangista y fue amigo personal de José Antonio Primo de Rivera también era hijo del comandante Pablo Alfaro Alfaro. Puesto a buscar en compañía de Rafael Sánchez Mazas una hipotética ayuda para evitar la condena a muerte de Miguel Hernández, parece más lógico que el «camisa vieja» la hubiera procurado en el domicilio familiar. No me consta que a lo largo de su brillante trayectoria como periodista, diplomático y escritor explicara esta circunstancia inédita hasta la publicación de Los consejos de guerra de Miguel Hernández.

El citado sumario de 1937, accesible a través de Archivos PARES y de cuya existencia no me consta noticia en la escasa bibliografía sobre José M.ª Alfaro, incluye otros datos dignos de interés. En la declaración, el falangista con el carnet n.º 19 de FE niega cualquier relación con este partido. Las autoridades judiciales le creyeron a pesar de su nombradía en los medios políticos y periodísticos, habiendo sido candidato de los falangistas en las elecciones de febrero de 1936. Además, contó con la ayuda de tres testigos que «espontáneamente» acudieron a avalarle el 3 de febrero de 1937. En la misma mañana y con similares palabras, los tres individuos de oficios humildes declararon que el detenido por los milicianos era un «buen republicano» y admirador de Manuel Azaña. Tal vez por influencia paterna, aunque -ya sin ironía- cabe recordar que el falangista y el republicano coincidieron en la redacción de Cruz y Raya durante 1933. Eran otros tiempos y José M.ª Alfaro, siempre brillante en sus habilidades sociales, mantuvo una buena relación con literatos de izquierdas hasta el inicio de la Guerra Civil.

Gracias a estos avales y una posible ayuda de alguna autoridad judicial, el dirigente falangista salió en libertad a mediados de febrero de 1937. Nadie, en aquellos juzgados republicanos, recordaba que José M.ª Alfaro el 11 de julio de 1934 fue detenido y declaró en el Juzgado de Instrucción n.º 10 de Madrid (AHN, FC-AUDIENCIA_T_MADRID-CRIMINAL, 163, exp. 3). Entonces, a la espera de ser defendido por el propio José Antonio, reconoció ser militante de FE con el previsible orgullo de quien admite una obviedad. También en esta ocasión quedó absuelto junto con otros cuarenta correligionarios detenidos por celebrar una reunión en un local clausurado por las autoridades republicanas.

El análisis de ambos sumarios modifica varios datos repetidos en los estudios dedicados a José M.ª Alfaro. Por ejemplo, la rocambolesca huida que le llevó a la embajada de Chile y su imposible presencia en el frente extremeño durante 1938 citada por Mónica y Pablo Carbajosa en su tesis doctoral a partir de testimonios probablemente orales. El trabajo de ambos hermanos es magnífico, pero anterior a la posibilidad de consultar los sumarios y la publicación de la documentación relacionada con la actividad diplomática de Carlos Morla Lynch.

En la legación chilena el poeta falangista destacó junto a Manuel Valdés Larrañaga por sus actividades al servicio de la Quinta Columna -según reveló un excelente artículo del historiador Carlos Piriz- y firmó un documento de apoyo a Carlos Morla Lynch. El diplomático para evitar poner en peligro a los demás refugiados le retuvo en la embajada, mientras el falangista intentaba negociar con los casadistas el final de la guerra.

Así, muy cerca del amigo de García Lorca, permaneció José M.ª Alfaro en la embajada hasta el 23 de febrero de 1939, cuando «Leoncio Pancorbo» salió clandestinamente con destino a Burgos. Algunas fuentes bibliográficas le atribuyen una participación en la ley de prensa de 1938, pero sus autores debieran leer lo escrito con acierto por Andrés Trapiello para desechar esta actividad de quien acapararía cargos en las publicaciones de la Victoria y en las asociaciones gremiales relacionadas con las mismas.

El autor de la novela Leoncio Pancorbo (1942), cuyo protagonista es un arquetipo del joven falangista que muere en circunstancias heroicas para salvar «la unidad de destino en lo universal», merece un extenso trabajo donde los silencios de los testimonios orales den paso a los documentos conservados. Los mismos, por su parcial contraposición a lo difundido con indudable éxito, permitirán comprender mejor la trayectoria de quien dirigiera Arriba tras entrar las tropas del general Franco en Madrid y terminara colaborando en El País. Esta evolución tan singular, o no, merece un detenido análisis en la línea del reciente libro de Maximiliano Fuentes Codera (Sánchez Mazas, el falangista que nació tres veces, 2025), aunque sin descartar una perspectiva como la de Gregorio Morán en sus análisis de la cultura española de la Transición.


martes, 16 de septiembre de 2025

Los archivos secretos del No-Do


 

Hace unos meses, los responsables de la productora catalana Minoría Absoluta me invitaron a participar en la serie documental Los archivos secretos de No-Do. El objetivo era analizar y comentar varios reportajes del noticiario que todavía permanecían inéditos. La propuesta me pareció sugerente, acepté encantado y recibí una copia de los que me correspondieron en el reparto.

Los reportajes eran de una temática tan variada como a veces estrafalaria: las actividades de una agrupación de señores bajitos, un partido de fútbol entre gordos y flacos, un concurso de huevos fritos, la elección de una miss… Todos los estudié con la debida atención, me trasladé a Madrid para grabar la entrevista y disfruté de la amabilidad del equipo de la productora.

Algunas semanas después me llamaron para comentar otros reportajes, pero por entonces no podía trasladarme a Madrid y decliné la invitación. Una pena, porque el trabajo me divertía y procuro colaborar con quienes se ocupan de fortalecer la memoria de un tiempo que parece lejano, aunque no lo es en términos históricos.

En cualquier caso, no me correspondió analizar el reportaje donde aparece el general Franco en una expedición marina para pescar un cachalote de cuarenta toneladas. La materia es delicada y probablemente su estudio habrá sido encomendado a un historiador más avezado en las proezas del Caudillo.



Del cachalote no tengo imágenes, pero esta captura prueba las habilidades del Caudillo. Fuente: Catalanfilms.cat

El 17 de septiembre de 2025 es la fecha del estreno de la serie, que cuenta con seis capítulos, será emitida por La 1 y permanecerá accesible en RTVE Play. Mi colaboración aparece en los capítulos 2, 4 y 5. La veré junto a mi familia con la satisfacción de haber colaborado en un empeño capaz de aunar el interés histórico con el entretenimiento del público.

Gracias, por lo tanto, a los compañeros de Minoría Absoluta por su invitación a participar en esta serie y quedo a la entera disposición de la productora, justo en una semana donde volveré a grabar una entrevista destinada a otro documental.




En el capítulo 2 de la serie hablo del periodista Santiago de la Cruz Touchard, condenado a muerte y hombre de excelente humor que impulsó la agrupación de caballeros no demasiado altos:

https://www.rtve.es/play/videos/los-archivos-secretos-del-no-do/episodio-2/16730220/

Las diferentes intervenciones en otros capítulos son igualmente accesibles a través de la aplicación gratuita de RTVE Play.

Copio a continuación algunos de los enlaces relacionados con la noticia, que incluyen el éxito de audiencia (1.195.000 espectadores y 2.998.000 contactos) de la primera sesión:

https://www.rtve.es/play/videos/los-archivos-secretos-del-no-do/

https://www.rtve.es/rtve/20250909/rtve-presenta-serie-documental-archivos-secretos-nodo/16722151.shtml

https://www.facebook.com/watch/?v=770872745803767

https://www.facebook.com/watch/?v=1348816099907740

https://www.lavanguardia.com/television/20250916/11060833/descubriendo-secretos-do.html

https://www.eleconomista.es/evasion/noticias/13537613/09/25/las-imagenes-nunca-vistas-del-nodo-en-una-serie-documental-de-seis-capitulos-todo-lo-que-se-sabe.html

https://catalanfilms.cat/ca/produccions/los-archivos-secretos-del-no-do

https://www.elconfidencial.com/television/programas-tv/2025-09-17/archivos-secretos-nodo-programa-tve_4210793/

https://www.rtve.es/television/20250918/regimen-franco-ocultar-imagenes-archivos-secretos-nodo/16726540.shtml

https://www.esdiario.com/chismografo/medios/250917/167431/tve-rescata-archivos-secretos-do-imagenes-prohibidas-ultimo-verano-franco.html

https://www.rtve.es/television/20250925/archivos-secretos-del-nodo/16739613.shtml



viernes, 12 de septiembre de 2025

De la sicalipsis a la cárcel: Álvaro Retana


 

Álvaro Retana estaba acostumbrado a los procesos judiciales desde los tiempos de la dictadura de Primo de Rivera, cuando el general de hábitos no siempre decorosos en materia de amantes decidió erradicar la permisividad con «la ola verde» de los libros, las revistas y los espectáculos. Las consecuencias de aquella campaña contra un erotismo supuestamente desenfrenado las sufrieron varios autores y diferentes colecciones de novelas sicalípticas. Los procesos menudearon, pero el único que pasó una temporada en la cárcel fue «el novelista más guapo del mundo». Álvaro Retana nunca lo olvidó, inició los años treinta con una poco creíble moralidad de converso y hasta se denunció a sí mismo en alguna publicación que jugaba con los seudónimos. Su evolución llevó la contraria a la del país y, conforme los republicanos ampliaban la libertad de expresión, el otrora desatado novelista abogó por una contención imprevisible en quien se fotografió con un quimono de rosas bordadas, las cejas depiladas y los labios pintados. La imagen del «ángel de la frivolidad» era la de un letrista de cuplés picantes y ocurrentes que propugnaba «los matrimonios experimentales» y jugaba a la ambigüedad con éxito. Llegada la II República, donde la sicalipsis dio paso a mayores atrevimientos, su trayectoria parecía más acorde con la condición de funcionario del Tribunal de Cuentas por imposición familiar.

El novelista gozaba de sueldo fijo sin que, a tenor de las múltiples ocupaciones creativas, las cuentas le exigieran una dedicación preferente. Así llegó, en Madrid, al 18 de julio de 1936. Apenas un mes después, el 20 de agosto, fue declarado desafecto a la II República y separado de su plaza como funcionario. Los compañeros desconfiarían con razón de su republicanismo, pero sobre todo recelarían de la ambigüedad en tantas materias. Cesante y rodeado de revolucionarios, el empeño fue preservar las propiedades obtenidas gracias a la adinerada familia y el éxito en su polifacética creatividad. Lo hizo con discreción, sin colaborar en la prensa madrileña y, por aquello de cumplir, prestándose a trabajar en la Junta de Espectáculos. Su propuesta al general Miaja para el patrocinio de una temporada de óperas breves en el Madrid sitiado cayó en el previsible saco roto. Tampoco triunfó el intento de adecentar las variedades que poblaban los escenarios. Aislado y fuera de lugar, Álvaro de Retana apenas contó para los republicanos y solo la necesidad de preservar las propiedades justifica la permanencia en la capital hasta la entrada de las tropas franquistas.

Llegado ese momento, «el novelista más guapo del mundo» no supo si era un vencedor o un perdedor porque, en realidad, la guerra ni siquiera le interesó. Durante aquellos años de supervivencia a base de negocios con desparpajo y pocos escrúpulos, solo contactó con Ángel Pedrero, el responsable del SIM. La carta que le mandó el 18 de septiembre de 1938, ofreciéndose para extraños manejos con objetos religiosos previamente incautados, cayó en manos de los vencedores, que se acordarían del novelista desde los tiempos del quimono. De hecho, si Álvaro Retana no huyó de Madrid fue también porque preveía una acogida fría, o algo peor, en Burgos. En cualquier caso, le detuvieron en abril de 1939 como si se tratara de un peligro para el Glorioso Movimiento Nacional y, puestos a buscar algo de qué acusarle, encontraron aquella carta que ha dado juego para algunos bulos.




El proceso está documentado en dos sumarios incompletos (AGHD, 11878 y 5262). El caso de Álvaro Retana destaca por tres razones: a) la temprana detención no justificada por su peligrosidad para los vencedores, pero probablemente motivada por la amenaza que suponía en relación con el pasado de algún vencedor; b) la dureza de la condena a muerte en contraste con la escasa entidad de su «adhesión a la rebelión», como si alguien ajeno al sumario estuviera interesado en dejarlo apartado durante un largo período en el caso de no acabar ante un paredón y c) la enorme tardanza en salir definitivamente de la cárcel, hasta el punto de que cuando en 1948 dejó atrás el penal del Dueso todos sus compañeros de la gente de pluma detenidos en 1939 ya estaban libres, salvo los ejecutados y los fallecidos en las cárceles.

Las tres circunstancias indican la influencia de alguien ajeno al proceso e interesado en el silencio, parcial o definitivo, de Álvaro Retana. La documentación en estos casos da paso a las conjeturas a partir de algunos testimonios. Javier Barreiro lanzó una bastante verosímil. Lo importante ahora es recordar que para retrasar la excarcelación hasta le montaron un proceso por la publicación de una novela pornográfica, Con el pelo suelto, en la Barcelona de 1945. La posibilidad supone un dislate sin prueba alguna, pero la condena provocó que el novelista permaneciera tres años más en unas cárceles donde mantuvo la dignidad y hasta el humor.

Álvaro Retana, tan lejos de los arquetipos de las víctimas literarias del franquismo, nunca manifestó una disidencia ideológica con respecto al régimen. Ya excarcelado, afrontó una época de penurias hasta que el revitalizado cuplé de los años cincuenta le proporcionó una nueva oportunidad de fama y trabajo. La aprovechó bajo la protección de Sara Montiel, permaneció fiel a sus hábitos ahora cultivados con una obligada discreción y, sobre todo, hizo gestiones ante las autoridades del franquismo para que le restituyeran la condición de funcionario y así gozar de una pensión, que era la aspiración de quien había consumido a tragos una juventud propicia para la recreación novelesca. Sus últimos años fueron bien distintos, prometió un encuentro en el infierno con quienes le habían amargado la madurez y, sobre todo, dejó para la posterioridad una obra merecedora de interés y sonrisas, que le agradecemos en nombre de lo normalizado y por entonces motivo de graves enfrentamientos.

 

miércoles, 10 de septiembre de 2025

Un aristócrata en las cárceles de la Victoria: Antonio de Hoyos y Vinent


 

Los presos ejecutados durante la Victoria ascienden a casi cincuenta mil, pero la represión incluye una cifra de esta tragedia que nunca conoceremos, ni siquiera aproximadamente: la de presos fallecidos en las cárceles por su hacinamiento en unas pésimas condiciones de salubridad o la de aquellos que, excarcelados, murieron poco después como consecuencia de una experiencia dantesca. El colectivo de los periodistas y escritores ejemplifica esta última circunstancia.

El caso más conocido lo protagonizó Miguel Hernández, que sumó la condición de hombre joven al drama de la muerte por enfermedad y abandono. En 1939, el aristócrata Antonio de Hoyos y Vinent había dejado atrás su etapa de plenitud como dandi del monóculo con atuendos de fantasía y, además, llegó a la cárcel con serios problemas de salud al margen de la sordera total. Poco después, el «novelista pornográfico» y sujeto «moralmente indeseable», según el fiscal Leopoldo Huidobro, pasó a la enfermería por una ceguera en el ojo izquierdo, una grave disminución de la agudeza visual en el derecho y una ataxia locomotriz. La perspectiva vital del veterano literato anunciaba un final inminente si no mediaba la excarcelación o el traslado a un hospital.

El sumario es menos explícito en otros aspectos cuya influencia, sin embargo, resulta perceptible en los documentos. El «invertido» marqués tenía un «defecto». Como consecuencia del mismo, se hizo de izquierdas para presentarse en «los bajos fondos». Así consta en el sumario. Tal vez porque, según Ramón Gómez de la Serna, «amaba el arrabal». Todos lo sabían y su proceso (AGHD, 1442) ejemplifica el precio de la transgresión sexual durante la Victoria, pero los militares también conocían que aquel condenado a treinta años contaba con otra condena todavía más definitiva. Nadie la evitó o, al menos, adoptó las medidas necesarias para paliar una agonía en la cárcel.




Antonio de Hoyos y Vinent fue detenido el 30 de marzo de 1939. La rapidez de la actuación no vino determinada por la confusa amalgama ideológica de los quinientos artículos publicados en El Sindicalista, el órgano del partido liderado por su amigo Ángel Pestaña. La hemeroteca tuvo una presencia discreta en el sumario. La motivación más inmediata la conocería el joven inquilino que, aconsejado por conocidos o familiares, detuvo a su aristocrático casero de Príncipe de Vergara, n.º 12, se presentó ante las autoridades como falangista sin necesidad de lucir una «camisa vieja» y así borró de un plumazo las dudas acerca de su permanencia en Madrid durante la Guerra Civil.

Al fin y al cabo, los vencedores sabían que el propietario del citado edificio era un «invertido» capaz de llevar hombres a casa, preferentemente jóvenes con torsos de boxeador. También que en contra del criterio familiar decidió permanecer en la capital, comprometido con la II República mediante una notable constancia editorial y sin lucir el porte aristocrático de otros tiempos de esplendor, cuando el adinerado escritor lucía abrigos de pieles y elegantes sombreros. A la vista de semejante desviación del recto proceder de un aristócrata educado en Viena, los militares ya se ocuparían de encontrar las pruebas de su «adhesión a la rebelión» y dejarlo a buen recaudo, sin descartar la ejecución, que Antonio de Hoyos y Vinent evitó por innecesaria y atentatoria contra la fama de una familia aristocrática. Sus miembros bastante tenían con aquella oveja descarriada dispuesta a vivir en el Madrid «secreto y golfo» para recrearlo en las novelas cortas que triunfaron durante el período 1910-1925.

El análisis del sumario 1442 desmiente algunos pormenores acerca de los últimos días del escritor reiterados en la bibliografía y aparecerá en el correspondiente capítulo de La colmena. Antonio de Hoyos y Vinent tampoco fue una víctima en la línea de Miguel Hernández por los motivos del procesamiento y el comportamiento durante el mismo. Desde el primer momento, aunque nadie le hiciera caso en el Juzgado Militar de Prensa, el enfermo procuró la supervivencia y estuvo dispuesto a renegar de su pasado republicano, que el declarante diluye en un confuso marco de lealtades sin necesidad de faltar a la verdad. Ya en su primera declaración rechaza cualquier vinculación con el «marxismo», el sinónimo del mal en estos sumarísimos de urgencia, y se presenta como católico de toda la vida, monárquico como el resto de su familia y «siempre, siempre, español». Preguntado por su colaboración en la prensa republicana, que se extendió hasta el último momento, Antonio de Hoyos y Vinent recurriría a algún intérprete para manifestar que fue obligada por las circunstancias de la guerra. La táctica defensiva es habitual en los sumarísimos de urgencia, pero en este caso resalta la voluntad de borrar el pasado y ponerse a disposición de los vencedores para evitar que la muerte acelerara su paso.

A diferencia de lo reflejado en la bibliografía, Antonio de Hoyos y Vinent no fue completamente abandonado por los amigos y familiares. Varios de los primeros testimoniaron a su favor y, a tenor de un certificado de defunción presente en el sumario, cabe la posibilidad de que la familia interviniera para que el preso fuera excarcelado antes de fallecer el 11 de junio de 1940 en un domicilio de la calle Hermanos Miralles, n.º 54. Las dudas persisten porque el certificado está firmado cuatro años después y no constan documentos que confirmen esta excarcelación por compasión.

En cualquier caso, la sentencia del tribunal no por previsible dejó de ser dura. El 30 de octubre de 1939, el comandante Pablo Alfaro firmó una sentencia de veinte años por su adhesión a la rebelión como colaborador de la prensa republicana. El auditor consideró benévola la condena, devolvió el sumario al Juzgado Militar de Prensa y el capitán Manuel Martínez Gargallo dictó nuevas diligencias para agravarla. El hallazgo de una entrevista donde Antonio de Hoyos y Vinent se manifestó orgulloso de su apoyo a la II República bastó para que la condena, firmada en esta ocasión por el oficial Antonio Blázquez, el 20 de enero de 1940 pasara a ser de treinta años. La verdadera condena, la de una salud quebrantada sin los debidos cuidados, se cumplió cinco meses después.

Fruto de un bulo difundido por la prensa del bando sublevado, Antonio de Hoyos y Vinent apareció como asesinado por «las hordas rojas» en septiembre de 1936. La lista de los ejecutados también incluía a Jacinto Benavente y los hermanos Álvarez Quintero. El novelista bromeó ante esta circunstancia en un artículo publicado en El Sindicalista porque, al menos en sus colaboraciones, por entonces mantenía el ánimo y la confianza en la victoria republicana. Cuatro años después, el protagonismo de los represores cambió de bando y la muerte fue una realidad.

A partir de ese momento llegaron décadas de olvido hasta que su trayectoria volvió a interesar para un rescate tan necesario como necesitado de una consulta de la documentación sumarial. Antonio de Hoyos y Vinent fue una víctima poco previsible a tenor de lo subrayado por la bibliografía acerca de la represión, la impulsada por aquella jurisdicción militar donde tantas barbaridades tuvieron lugar. Recordarlo es compatible con el disfrute de sus anécdotas y peculiaridades en un Madrid secreto y golfo.